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viernes, 19 de octubre de 2012

Solo seis de las 150 vías más peligrosas del país están señalizadas como puntos negros


Más de 2.000 víctimas, entre heridos y fallecidos, durante cinco años, en tan solo 150 kilómetros. Este es el balance de Tramos de Concentración de Accidentes (TCA) en España, entre 2006 y 2010, que la asociación Automovilistas Europeos Asociados (AEA) ha publicado con datos del Ministerio de Fomento.

“Si bien los recortes presupuestarios pueden retrasar la necesaria actuación en esas infraestructuras, es importante al menos que los conductores sepan dónde están para tomar las debidas precauciones”, argumenta la asociación. Porque, hasta el momento, solo seis de esos tramos están señalizados como puntos negros y en tan solo 14 hay instalado un radar, según el informe Las carreteras más peligrosas de España, que ha elaborado AEA.

La asociación ha detectado 150 tramos peligrosos, repartidos en 60 vías de la Red de Carreteras del Estado, que comprende 25.835 kilómetros y por los que discurre el 50% del tráfico, según cifras de 2011. Es decir, el informe no incluye los puntos negros de las vías gestionadas por las autonomías, 71.853 kilómetros, y por las Diputaciones y Cabildos, 68.219 kilómetros.
Para elaborar el estudio, AEA ha tenido en cuenta el Índice de Peligrosidad Medio (IPM), un indicador del número de accidentes en función del número de vehículos que pasan por un tramo, y ha escogido las carreteras convencionales con IPM superior a 100 —la media es de 11 en estas vías—, y las autovías y autopistas con un índice superior a 30 —la media es de 7,8—. Castilla y León es la comunidad con más tramos de concentración de accidentes (29), seguida de Andalucía (23), Aragón (19), Castilla-La Mancha (18), Comunidad Valenciana (15), Cataluña (14), La Rioja (10), Galicia (8), Extremadura (7), Cantabria (3), Madrid (2) y Euskadi (2).

De acuerdo con el IPM, el tramo más peligroso de la Red de Carreteras del Estado se encuentra en la localidad salmantina de Béjar, en el kilómetro 415 de la N-630, con un índice de peligrosidad de 1.333, 120 veces más que la media nacional. Entre 2006 y 2010, en este punto hubo 10 accidentes con 19 víctimas. “No obstante, aquí existe ahora una autovía”, reconoce Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados, por lo que es muy probable que su peligrosidad baje. La vía con más siniestros está en Pontevedra. Los kilómetros 10 y 12 de la autovía A-55 sumaron 209 accidentes con 319 víctimas, entre 2006 y 2010.

El estado de las carreteras desempeña “un papel fundamental en la seguridad vial de un país”, defienden desde AEA, que teme que la crisis pare la inversión. Las obras realizadas entre 2006 y 2010 permitieron reducir a un cuarto el índice de peligrosidad, concluye el informe.
Un estudio del Real Automóvil Club de Cataluña (RACC) publicado el jueves arroja resultados similares. En los últimos 10 años, el riesgo de sufrir un accidente mortal o grave en las carreteras del Estado ha caído en un 67%. Y la inversión en infraestructuras ha tenido mucho que ver. En la última década, los kilómetros de las carreteras estatales han aumentado un 5,6%. “Pero la distribución por tipo de vía ha sido muy heterogénea”, afirma Miquel Nadal, presidente de la Fundación RACC. 
Los kilómetros de vías convencionales han descendido un 11%, los de autopista y autovía han aumentado un 40% y un 50%. “La probabilidad de tener un accidente en una carretera convencional es tres veces mayor a que en una de alta capacidad”, afirma Nadal, e insta por ello a no descuidar el mantenimiento.

La “autovía de la muerte”
La autovía A-55 entre Vigo y O Porriño necesitó poco tiempo desde su inauguración en 1992 para ser rebautizada oficiosamente como “la autovía de la muerte”. Para la construcción de sus 15 kilómetros, se aprovechó el trazado de la antigua nacional, que bordeaba un monte, en un área industrial. 
Se amplió la calzada original, pero los giros, elevados desniveles y casi nula separación de accesos —son célebres las entradas en la pista en cuesta arriba, curva y sin carril de aceleración— unidos a la frecuente lluvia y el tráfico intenso convirtieron la vía en un matadero.
A partir de 2003, Fomento arregló el firme, empezó a sembrar radares y limitó la velocidad a 60 kilómetros por hora en los puntos más conflictivos. Los accidentes descendieron, pero de forma insuficiente. Entre 2006 y 2010, en los dos puntos negros del trayecto se registraron 319 víctimas en 209 siniestros. También se habló de una nueva autovía. Se presentaron trazados y presupuesto estimado: 170 millones de euros, pero la oposición vecinal al recorrido esbozado y la crisis pospusieron sine die el proyecto.